Cancún está de moda

A veces buscamos motivos para hacer un viaje con los amigos y esta vez tenía el mejor: Estaba a punto de graduarme de la universidad y para celebrar por qué no descubrir este grandioso destino.

Así comienza la aventura, cuando junto con las amigas que me habían dejado los últimos semestres de tesis y demás trabajos, reuniones, etc… comenzamos a pensar en un viaje para celebrar el culminar una meta propuesta y analizando en uno de nuestros encuentros después de clases, nos dimos cuenta que salir del país (a Cancún, específicamente) estaba a un buen precio, incluso más económico que viajar a algunos destinos dentro de Colombia, así que tomamos la decisión y comenzamos con los preparativos.

A ellas las bautizamos ‘Gaviotas asesinas’, son un símbolo de ese viaje que cambió una parte de mi vida. Aparecían en la playa del hotel y se acercaban tanto a nuestra comida que salíamos a correr gritando porque parecían estar a punto de atacarnos.

No había salido del país hace mucho tiempo, siendo una niña pasé por un momento a Venezuela, pero era la única vez y por tanto no tenía experiencia en los trámites, así que lo primero que tuve que hacer fue ir a una oficina de la Cancillería de Bogotá. Ese trámite, para sacar el pasaporte, fue bastante sencillo, el costo me pareció económico y además la atención estuvo muy agradable, tanto, que salí del lugar con un libro prestado (La chica del tren) y sí, el entrevistador confió en mi, en que se lo devolvería apenas lo terminara, así lo hice.

Generalmente los planes no salen como se hicieron inicialmente así que luego de tener mi documentación lista, lastimosamente comenzaron los filtros porque una de mis amigas no pudo sacar su pasaporte en ese momento. Sin embargo, habíamos dicho que la idea era cumplir el sueño de la forma en que pudiéramos y quienes así lo decidiéramos… por lo que continuamos con el plan, averiguando vuelos, hoteles, precios. Buscando en internet, me encontré con una agencia de viajes que ofrecía el servicio de all inclusive al mejor precio hasta ahora ($1’700.000) por una semana, me emocioné y les conté en el grupo de whatsapp ‘Princesas que se aman’ a lo cuál la mayor de ellas dijo «De una, no lo pensemos porque se nos pasan los días y no salimos con nada», dos de nosotras la apoyamos. Otra de las amigas dijo que definitivamente no podía pagarlo ni endeudarse porque se le venían responsabilidades con su hija… fue una lástima que no fuéramos todas.

Entonces finalmente tres de cinco ya teníamos el plan pago ¡Qué emoción, se dijo y se hizo, como tiene que ser! Decidimos pagarlo con la tarjeta de crédito de la mayor de las amigas (Yina), no fue la mejor decisión porque aunque el plan era muy económico, terminamos pagando casi el doble debido a que lo sacamos a varios meses con intereses para llevar efectivo por si acaso, pero no contábamos en ese momento con el dinero que se necesitaba y queríamos celebrar YA… y a la final pagando por cuotas no se sintió mucho. Eso sí, aprendí que era mejor siempre ahorrar primero y luego viajar pero además sin all inclusive. Aún así no cambio esa primiparada por nada del mundo.

Nos fuimos… tenía gripa, iba bien enfermita y no me importaba en lo absoluto.

La salida de Bogotá comenzó con nuestro check in en mano (gracias a los consejos de Yina supimos empezar bien la aventura, sin pagar lo innecesario porque exageran con el cobro de imprimir una hoja en el aeropuerto). Era el vuelo más largo que habíamos vivido hasta ahora, nos fuimos a las once de la mañana y llegamos a las tres de la tarde del 23 de abril de 2017, pero valió mucho la pena además llegar despiertas, pues Cancún nos recibió con una vista espectacular.

Bienvenida a estas bellas playas del caribe.

Parecía mentira que estuviéramos tan lejos de nuestras casas, en otra cultura, en un lugar donde la gente hablaba diferente, con dinero diferente, todo se me hacía extraño y eso que somos casi vecinos. Era una sensación de emoción y angustia a la vez atravesar el aeropuerto, cuando en migración preguntaban a dónde íbamos, por qué, cuantos días, con cuánto dinero, a qué nos dedicábamos… uffff pero seguíamos pasando los filtros y sintiendo felicidad por cada uno de ellos, como la satisfacción de cruzar cada obstáculo de un juego.

En un momento, ya habiendo recogido mi maleta, tenía que pasar por unas mesas donde había que presionar un botón y si salía la luz roja me revisaban la maleta… Sí, yo me gané la esculcada-desordenada y más preguntas pero todo siguió avanzando. Finalmente estuvimos a la salida del aeropuerto internacional Cancún.

¡Pequeño detalle! Nos dimos cuenta que en la agencia nunca preguntamos y tampoco nos dijeron quién nos iba a recoger para llegar al hotel, no teníamos señal en el celular y el tiempo empezó a pasar preguntándonos cómo íbamos a hacer para movilizarnos. Habían varios conductores esperando por viajeros, pero ninguno por nosotras. Empezamos a preguntar y preocuparnos porque obviamente habíamos pagado por ese servicio. Ya teníamos caras largas… no podíamos hacer nada y nos tocó tomar un taxi cualquiera, pagar por adelantado, decir el nombre del hotel a dónde íbamos en Quintana Ro y que eran los únicos datos que teníamos.

Todo el camino me pareció una eternidad, sentí que se me agudizó la gripa, me dio dolor de cabeza, me dio calor, ninguna de nosotras hablaba y no habíamos almorzado… Pero finalmente llegamos al hotel. En recepción preguntamos acerca del transporte, nos dijeron que eso se trataba era con la agencia y pregunté ¿Cuanto nos debieron cobrar por traernos desde el aeropuerto? LO que resultó en saber que el taxista nos cobró a cada una por aparte lo que costaba que nos trajera a las tres (Otra primiparada de la cual aprender).

La vista de camino al restaurante del hotel después de descargar nuestras maletas. Foto: Fay Buitrago.

Entrando al lobby del hotel ya después de todo no nos íbamos a amargar, no era para tanto, había que seguir. Nos dieron las llaves de nuestro cuarto, una de nosotras tuvo que hacer la salvedad ¡Que no se nos vayan a perder! jajaja. Era un lugar sencillo, contaba con dos camas dobles, closet, baño y cocina (nunca cocinamos). Yo me quedé en una cama sola porque llevaba dos años acostumbrada a no dormir acompañada así que mis amigas se quedaban juntas en la otra cama, aunque si mal no recuerdo en algunas ocasiones dormí acompañada de alguna de ellas porque era mi turno obligatoriamente.

¡Comenzando a disfrutar y a relajarnos!

Siete de la tarde en Cancún, México.

Arreglamos todo, acomodando nuestras cosas en la habitación, nos bañamos, nos cambiamos de ropa a modo Cancún y fuimos a probar la comida que la verdad estaba muy rara, pero no fea. Luego preferimos ir a la barra de licores del hotel a brindar por nuestro viaje y entre sonrisas, hablando de cumplir la meta, pudimos disfrutar por primera vez de un anochecer tardío, cosa que nunca pasa en Colombia.

Muy poco poco tiempo después, el vuelo nos pasó factura, ya estábamos cansadas, no duramos mucho tiempo más tomando unas cuantas cervezas cuando acordamos irnos a dormir para madrugar al siguiente día y disfrutar desde muy temprano porque así así sí vale la pena levantarse, por supuesto.

Comenzando el día en ‘Playa Perlas’

Otro día de probar suerte y tal como lo dijimos estábamos despiertas desde temprano, íbamos como un relojito para no perder la hora del desayuno, pues nos esperaba un largo camino que recorrer. Nos disponíamos a irnos por la orilla de las playas y conocer todas las que pudiéramos, hasta donde nos alcanzara la energía que teníamos apenas en nuestro segundo día en el paraíso.

Embarcadero Ferry , foto tomada por accidente, estábamos aprendiendo a usar un selfie stick.

Muy contentas nos encontramos con la siguiente playa, donde nos bañamos para refrescarnos. Había una vista muy bonita desde el puente al cual subimos al ratico. Desde allí, al ver tanta agua y bajo el rayo del sol, empezamos a pensar en que necesitábamos algo de tomar y dijimos ¡Ya encontraremos dónde comprar!

Un poco desubicadas íbamos a la deriva, en ese momento por ejemplo no sabíamos cuántas playas habían, a cuántas podíamos entrar ni por qué se nos ocurrió esa idea sin un mapa o algo así. Pero la siguiente que nos encontramos estaba hermosa. ‘Playa Langostas‘ prometía, parecía que cada playa iba a ser más linda que la anterior así que de nuevo nos refrescamos en el mar y seguimos con nuestra misión de caminar más (con sed acumulada).

Con esa caminata que nos inventamos (Y que recomiendo) nos topamos aproximadamente con cinco playas, una de ellas nudista. Si va a ir, eso sí, lleve agua o bebidas congeladas porque ya íbamos deshidratadas y en los hoteles no vendían nada. Nosotras tuvimos que seguir así, aún estaba lejos un lugar donde pudiéramos tomar algún transporte y algo de beber pero igual lo estábamos disfrutando. Aprovechamos para preguntar a los vendedores por planes para hacer y los anotamos mentalmente, casi compramos paquetes turísticos ahí mismo, pero esta vez no nos atacamos y esperamos a comparar los precios con los que ofrecían en el hotel.

Primera vez de probar la cerveza Tecate.

Hicimos lo propio y por fin llegó el anhelado momento en el que encontramos una tienda donde comprar algo de tomar, cargábamos dólares pero nos preguntaban que si teníamos pesos mexicanos, empezamos a entender que lo mejor era cambiar de moneda y así hicimos luego. Sin embargo lo importante ahora era refrescarnos y elegimos hacerlo con una cerveza mexicana que sabía a gloria después de tanto caminar y asolearnos. Ya quemadas y agotadas quisimos seguir conociendo playas y preguntamos cuál nos recomendaban pero allá sí nos fuimos en un ‘camión’ o bus.

¡Nuestro lugar favorito y el que repetimos!

Olíamos a camarón tostado, yo creo, pero estuvo genial y aunque todas las playas estuvieron lindas, llegar a la última del día fue culminar con un montón de sensaciones y agradecimientos internos. Fue grandioso empezar a ver ‘Playa delfines’, fue encontrarse con la sorpresa de un lugar demasiado bello e imponente y por supuesto como buen colombiano, un momento para aprovechar y hacer nuevos conocidos. Allí fuimos el segundo día y el penúltimo de nuestro viaje. En esta playa además nos encontramos por segunda vez con un argentino (Nicolas) que me inspiró a no tener miedo de viajar sola y enfrentar a lo desconocido.

¡Planes que tienen que hacer!

Y llegó la hora de recomendar los planes que pueden hacer en Cancún, el lugar de moda, el melgar de los estadounidenses (como le llaman algunos), el abre-bocas de México. Pues luego de contarle a usted nuestras historias, hay una buena noticia, nos pudimos desquitar de las primiparadas porque en uno de nuestros días, caminando hacia el centro de Cancún, vimos un local en donde preguntamos planes turísticos para comparar precios y los encontramos a la mitad del costo que nos habían ofrecido en playas, hoteles y que luego preguntamos que habían pagado los demás mucho más costoso. He recomendado al mismo señor un par de veces y es una maravilla. Una vez usted paga los planes, le dan un recibo, así lo hicimos nosotras, dándole un voto de fe a nuestra suerte y esta vez no nos falló.

Así fueron los planes y están muy recomendados porque además del precio, los puede disfrutar en familia, pareja o en un grupo de amigos como fue nuestro caso:

  • Isla mujeres en ferry: Llegamos al embarcadero que ya habíamos conocido, nos pusieron unas manillas y un rato después subimos al ferry donde tomamos mucho tequila blanco y cerveza (incluido en el plan). Pero ojo porque las olas emborrachan, ahora imagínese mezclarlas con licor y baile por la rumba que se arma a bordo. Ese lugar también es un paraíso más y la comida es exquisita, por fin comimos tacos de pollo y luego descansamos en una hamaca al lado de la playa como toda una bendición que no se puede perder.
  • Cenote IK KILL y pirámide Chichén itzá

Otro plan, si le gusta la naturaleza, es ir a visitar un cenote. En mi caso, conocí el Ik kill. Para ir, un bus intermunicipal recoge a las personas en el hotel, es un viaje de varias horas por lo que se gastará todo un día para ir y volver. El plan incluye un guía que habla acerca de la cultura maya, es bastante interesante como cuenta varias historias durante el camino. Hay una parada estratégica para conocer un pueblo llamado Valladolyd y estirarse. En la entrada de la iglesia al lado del parque principal venden diferentes clases de maní unos más picantes que otros y por supuesto que hay que probarlos, son deliciosos. También se visita un lugar donde pueden comprar recuerdos y probar una bebida que me encantó ‘xtabentun’ (originario de Yucatán, México).

Llegar finalmente al cenote es toda una experiencia, se trata de un pozo natural, desde arriba se ve como un hueco lleno de matas. Al bajar las escaleras hasta cierto punto, se siente el clima fresco. Está la opción de bajar hasta el agua desde una parte brincando y no por escaleras. Yo opté por lanzarme desde la altura aún con nervios porque me gusta la adrenalina y fui sola pues no tuve compañera de esa aventura, nadé al lado de peces negros que no esperaba encontrarme por lo cual sentí morir y luego, al ser imposible tocar fondo, había que nadar hasta una cuerda donde sujetarme (me encantó).

En este mismo recorrido, luego de refrescarse en el cenote, abordamos de nuevo el bus para ir a la zona arqueológica de los antiguos mayas… ‘Chichén Itzá’. Ese majestuoso lugar también tiene una historia y un significado con mucho sentido que un guía le contará y se sorprenderá (Yo me distraje un poquito, tengo que volver más concentrada). Contemplar ese lugar es de tiempo y de prestar atención. Le va a gustar aplaudir y cerciorarse de lo que dice el guía, por ejemplo, respecto a que cuando alguien aplaude un número de veces, ese mismo número de veces se escucha un canto de ave.

  • Coco bongo

Por supuesto que también hicimos un espacio para la rumba, no era una de mis prioridades, pero Yina insistió por recomendación de alguien más así que para evitar el estrés que a veces genera hacer lo que los demás quieran y simplemente pasarla bien, optamos por ir, no sin antes dormir para aguantar la madrugada despierta, pues la noche pasada había trasnochado un poco de nuevo en la barra y playa del hotel, donde alguien me vio sola, me habló, me transmitió bonita energía, insistió y me acerqué, así que conocí nuevas personas de Argentina y México (Aguascalientes) que me enseñaron un poco de música de banda y quienes también me recomendaron ir a Coco bongo. No es sólo se trata de un lugar de rumba, es una mezcla de culturas, creo que es mejor que vayan solteros, además los shows son de película y en general es un lugar donde hay que ir, OBLIGADO.

Espero los haya inspirado a ir o por lo menos hayan viajado mentalmente con esta historia. Mis créditos son para mi papá que me apoyó, a mis compañeras de viaje y a quienes estuvieron pendientes. Por último, pero no menos importante, toda mi gratitud para ustedes también por leerme. Nos leemos pronto.

¡Si les gustó la historia y quieren la siguiente, lo invito a comparir!

Y también le dejo algo que me encontré un año después de mi visita, que comenzó a alarmar en el mar caribe: https://youtu.be/LdJiIOVUq6E… cuidemos para poder volver.

#ColombiaEnElMundo.